Los datos producidos por los científicos no llegan a la gente que los necesita
Las barreras de pago y lingüísticas hacen de los resultados científicos algo inaccesible para gestores y residentes
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Todos los científicos quieren que sus investigaciones tengan impacto en el mundo. Pero, ¿cuantas veces ese deseo de marcar la diferencia se traslada en algo concreto en el mundo real? Un reciente estudio en el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Madidi quiso poner números concretos encima de la mesa sobre la tasa real de la difusión e implementación del conocimiento adquirido en estudios científicos.
Este estudio, publicado por Anne Toomey, profesora asistente en Pace University, María Eugenia Copa Alvaro, de la Colección Boliviana de Fauna en Bolivia, y sus compañeros, revela la desconexión entre los beneficios potenciales de un proyecto y quien suele llegar a aprender sobre los resultados. En los últimos 10 años, el 83 por ciento de los estudios que se hicieron en Madidi indicaron que sus proyectos tenían implicaciones fundamentales o potenciales para el manejo del área local hasta niveles nacionales. Sin embargo, la mayoría de los investigadores publicaron sus resultados en revistas científicas, las cuales suelen ser inaccesibles para aquellos interesados a nivel local, o incluso nacional, debido a las barreras de pago y otras barreras de acceso.
Toomey habló con la gente del área para saber su opinión acerca de los proyectos científicos que se llevan a cabo en el Parque Nacional Madidi. Una de las cosas que más mencionó la gente es el valor del conocimiento científico que estos proyectos recaban, para áreas como el manejo de recursos naturales y para cambiar las percepciones de la gente sobre las áreas naturales protegidas. Sin embargo, había un consenso general entre la gente: la cantidad de información que los científicos recaban es mucho mayor que la información que los científicos distribuyen de forma local. Unos estudios anteriores arrojan luz sobre este consenso: información publicada en revistas científicas no llega a la gente que puede usar sus resultados, como los administradores de reservas naturales, las comunidades locales, o incluso, los políticos locales.
La clave para lograr un impacto mayor de los proyectos científicos, y conseguir que los datos lleguen a aquellos que pueden usarlos, está en cambiar la forma en la que diseminamos la información, y a quien dirigimos nuestros esfuerzos de diseminación. Hay formas de incrementar las posibilidades que los resultados científicos sean implementados, como escribir en blogs (conocidos a veces como literatura "gris"), hablar con la prensa local, o crear materiales específicamente para aquellos que tienen el poder de cambiar las cosas.
Toomey y sus compañeros postulan que estas actividades de difusión deberían ser partes integrales de la actividad científica, particularmente en el caso de las ciencias de la conservación, donde la investigación se suele hacer con el objetivo explícito de contribuir a la conservación de una especie o ecosistema.
El estudio realizado en Madidi también incluye las perspectivas de los indígenas locales acerca de los investigadores que realizan estudios en sus tierras. Ellos mencionaron varias razones que les impiden acceder a las investigaciones, como que suelen estar escritas en inglés y estar disponibles solo bajo pago. Sugirieron que aquellos investigadores que quieren asegurarse de que las comunidades locales se benefician de la investigación involucren a las comunidades por crear videos educativos o presentar sus resultados durante las reuniones comunitarias.
Los esfuerzos para diseminar los resultados científicos de una forma diferente no son comunes, pero estudios como los de Toomey ayudan a aumentar la conciencia sobre el tema. Erin Poor, becaria postdoctoral en la Universidad de Maryland, tiene experiencia en hablar con las comunidades locales, y en crear recursos específicamente para ellos. Ella creo una campaña de recaudación de fondos a finales de su doctorado para volver a su lugar de trabajo de campo en Indonesia y difundir el conocimiento que había ganado durante su investigación.
“Para mí, era importante volver y difundir mis resultados a la gente que vive donde yo estaba estudiando, para aumentar las posibilidades de que mis resultados fueran implementados en el terreno,” dijo Poor.
“Los gerentes, los tomadores de decisiones, y la gente del lugar son los que pueden hacer cambios en el área, por eso es importante que ellos tengan acceso a mis resultados.”
Poor se aseguró de que los materiales que entregó estaban en indonesio y en un formato que sabía que ellos usaban. “Las revistas científicas están dirigidas a un público de habla inglesa de países occidentales; en parte es por eso que sentía que necesitaba volver allí y hablar con la gente cara a cara, en indonesio, y distribuir mis resultados en otros formatos (informes, reuniones, y diapositivas de PowerPoint) en inglés e indonesio.”
La gente de Madidi también sugirió que una buena forma de asegurarse de que la investigación es relevante y puede tener un impacto real es colaborar con las comunidades locales antes de empezar un proyecto nuevo. Aunque es difícil para muchos investigadores, debido a la falta de fondos para llevar a cabo este tipo de consulta, puede ser factible en proyectos a largo plazo.
Por ejemplo, un reciente artículo que investigaba si unas luces parpadeantes funcionarían para parar ataques de depredadores al ganado en la meseta andina de Chile reclutó a afectados por estos ataques y les presentó con los diferentes métodos que pueden funcionar para desalentar a los pumas y los zorros culpeos. Ellos, junto con los científicos, quienes ya habían hecho investigaciones en el área, seleccionaron que método sería probado en su área. Gracias a la participación local, los investigadores maximizaron las probabilidades de que sus resultados fueran relevantes y de que estos sean implementados.
Aunque actualmente la diseminación de resultados a la gente local es una faceta poco apreciada del trabajo de campo, es una parte importante del trabajo. Asegurarse de que el trabajo le llega a aquellos que tienen el poder de hacer algo con él, y quienes tienen derecho a él, no solo resultara beneficioso para las especies o ecosistema, sino que también fomentará una buena relación entre los investigadores y las comunidades locales.
Como dice Poor: “Yo estaba investigando como una invitada en su país, y recibí una ayuda increíble por parte de la gente local por todo Riau. Sentía que era su derecho tener acceso a mis resultados. Yo no hice la investigación sola; fue posible gracias al esfuerzo increíble de muchas personas que tienen un interés personal en mejorar el paisaje para la fauna silvestre, y por eso la investigación también les pertenecía a ellos.”